Quizá haya un día en que me entristezca la lluvia, o en que madrugue por amor al arte.
Quizá haya un día en que prefiera subirme al mundo en lugar de enredarme entre las sábanas.
Quizá exista el día en que vea el telediario con mis padres sin quejarme, o coja el periódico para algo más que para hacer los autodefinidos.
El día en que suene mi canción favorita y no salga corriendo a bailarla. El día en que decida no releer mis libros favoritos.
Quizá exista el día en que no me indigne con la Iglesia, con el maltrato animal, con la tauromaquia. El día en que prefiera café a batido de fresa.
Tal vez, y digo sólo tal vez, llegue el día en que no me entren esos nervios tontos que hacen temblar mi voz cuando te veo. El día en que otear tu silueta a lo lejos no me haga ilusión. Quizá exista el día en que darte una abrazo ya no sea un opción. El día en que sonreírte y que me sonrías no me devuelva la vida.
Pero hoy, no es ese día.