lunes, 9 de julio de 2012

Que te reflejes en mis vértices verdes.

Te sugiero que dejes el bolígrafo sobre la mesa y vengas a contarme tus historias aún no escritas.
Que me des un beso mientras aún conserves el amargo sabor del vino entre los labios.
Sería capaz de beberlo de ellos a pesar de que lo detesto si el envase no lleva tus ojos.

Que dejemos esta triste y lúgubre sociedad quemándose las manos entre llantos.
Que dejemos esta sociedad gris de monótonos espectros que se alimentan de tus sonrisas.
Y yo no las quiero compartir.

Te sugiero que me mires como nunca lo has hecho. Fíjamente a los ojos mientras la manecilla del reloj
corretea con prisas en tu muñeca. Y que con las mismas prisas que le robes al tiempo, derrames sobre mi hombro el tirante de la camisa.

Que nos deshilemos de elecciones, de caminos, de razones. Que me libres de los recuerdos que encharcan mis vértices verdes. Que llenes estos mismos ojos de la luz que sólo el sol tiene.

Te sugiero que te reflejes en ellos. Porque eso significaría tenerte en frente.