Ya han pasado dos años con sus correspondientes cursos y veranos. Han pasado dos años en los que no ha pasado nada. Y probablemente sea ese el motivo por el cual llevo dos meses dándome cuenta de lo triste que me va a resultar no volver a verte. Porque ya sí que sí. Habría más posibilidades de encontrar una aguja en un pajar, literalmente.
Sólo puedo pensar en que si algún día me vuelvo a chocar de repente con tus ojos, muy anclada debo estar al suelo para no caerme con tanto tembleque de mis cimientos. Ese latido que se salta, el nudo en la garganta.
No sé. Empiezo a entender que es mucho más difícil tratar de olvidar algo que nunca ha existido. Supongo que me he quedado con las ganas de decírtelo.