Tantas horas gastadas en algo que ya compone tu organismo en un porcentaje más alto que el agua. Llega a formar tanta parte de ti que cuando no tienes que emplearte a fondo con ello el tiempo se dilata y no sabes cómo usarlo. Tantas horas, tanto esfuerzo y tanto sueño. Discusiones, gritos y, a veces, silencios. Cuando algo forma tanta parte de tu vida que, si te va bien, todo lo demás no importa y, si te va mal, todo lo demás, tampoco importa. Puedes pasar de un extremo al otro en 5 minutos que dura una corrección, en 5 horas que dura un examen. Es como una novia celosa que no te comparte. Te absorbe. Y a veces te hace feliz y otras tantas un desgraciado. Aunque un desgraciado con vocación, ojeras y alguna que otra dioptría. Es tan jodidamente visceral... No se puede pasar por esa escuela sin dejarte en ella, literalmente, sangre, sudor y lágrimas. El problema está cuando lo que pasa es esa escuela eclipsa lo que pasa fuera de ella y, todo lo demás, no importa. Y te dejas las lágrimas tanto dentro, como fuera.
Así es cómo te sientes cuando pones toda la carne en el asador y se te quema.
Así mismo es.
ResponderEliminarUn abrazo.